Siempre decimos que el hecho de hacer hielo casero es un aggg porque, aunque tengamos el congelador perfectamente limpio, durante el proceso de congelación acaba cogiendo olores. ¿Entonces qué es lo que se debe hacer para disfrutar de un buen copazo? ¡Efectivamente! Comprar hielo. 

Vale, tenemos nuestra bolsa de hielo y la hemos abierto para disfrutar de dos bebidas pero queremos conservarla hasta mañana porque viene un amigo y seguramente también nos tomaremos una copa. Cerramos bien la bolsa y… al congelador. Al día siguiente, al abrir la bolsa de hielo y probar los combinados notamos que hay sabores que no debería haber: te has cargado el hielo y las copas por no tener el congelador limpio. 

No hay que ser marranos y, por supuesto, de vez en cuando, hay que limpiar el congelador. No puedes dejar que se convierta en el de una casa de estudiantes, así que ahí van unos consejos sobre cómo hacerlo:

  1. Apaga el congelador antes de empezar con la limpieza. -¿Y qué hago con la comida congelada? Se va a estropear- ¡Negativo! Coge bolsas isotérmicas, rellénalas con hielo y mete ahí todos los alimentos.
  2. Retira los separadores del interior del congelador.
  3. Si no tienes la suerte de que el congelador sea no-frost (o lo es pero crea escarcha igual), coloca unos paños o toallas por la cocina e intenta que absorban lo que se va deshaciendo. Si no, es posible que acabes buceando por tu propia cocina. Si es realmente no-frost estupendo, eso que te quitas.
  4. Frota con agua caliente y jabón las paredes del congelador y los separadores y después acláralos.
  5. Si hacía mucho que no llevabas a cabo este tedioso proceso te recomendamos un plus de limpieza para eliminar los malos olores y que no te vuelvas a cargar el hielo de las copas: prepara una mezcla con bicarbonato y agua y frota las paredes y separadores del congelador. Si no te convence la mezcla también puedes comprar un producto específico para la limpieza del congelador.
  6. De acuerdo, ¡limpio por fin! Ahora, re-coloca todos los alimentos y, acuérdate de cerrarlos adecuadamente para que no se te vuelva a ensuciar o llenar de olores el congelador a la primera de cambio.

 

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