Aplicar hielo en la zona afectada tras una lesión, golpe o una inflamación es algo que llevamos haciendo desde que éramos niños y nos hacíamos daño en esos partidos de fútbol interminables en el patio del colegio, pero sabemos realmente qué hay detrás de este gesto.
El hielo es un remedio muy rápido y eficaz cuando nos damos un golpe o se produce un esguince en cualquiera de nuestros músculos o articulaciones, y es que éste tiene un potente efecto vasoconstrictor sobre nuestro cuerpo. Esta vasoconstricción actúa directamente sobre la zona afectada y la priva directamente de riego sanguíneo al cual le acompaña un efecto anestésico y antiinflamatorio produciendo inmediatamente una sensación de alivio.
La crioterapia, que es un tratamiento mínimamente invasivo que usa un frío intenso, es importante en los primeros minutos tras producirse la lesión. Si además le aplicamos otras acciones como una compresión y una elevación del miembro afectado, el resultado será crucial para una pronta recuperación y cese del dolor.
¿Cómo y cuando aplicar el hielo?
Realmente no hay método más sencillo y barato que éste, ya que únicamente tendremos que coger unos cubitos de la gama Classic Ice o una Ice Ball y recubrirlo con un trapo o gasa fina para no aplicar directamente sobre el tejido dañado, ya que en caso de no hacerlo, podremos quemar el tejido dañado y complicar más aún la lesión.
Aplicaremos hielo en la zona afectada durante 10-15 minutos y luego dejaremos descansar la zona durante un periodo similar para luego acabar con otra aplicación idéntica de otros 10-15 minutos. Esto se debe repetir cada 2 horas durante las primeras 72 horas después de la lesión.
Una vez más resaltamos la importancia del hielo en nuestra vida diaria por eso es importante disponer de él en el congelador de casa o en lugar de entreno para que en caso de producirse una lesión, podamos aplicar un tratamiento basado en crioterapia desde los primeros momentos.