Clin, clin, clin… Ese sonidito que hacen los hielos al caer en una buena copa de balón… Si lo piensas, seguro que alguna vez has tomado una copa sin hielo, ya sea porque era la última de la noche, porque eras (muy) joven y estabas haciendo botellón con tus amigos o porque el encargado del hielo se olvidó y hasta que llegó el siguiente invitado tuviste que tirar con lo puesto. Una copa sin hielo es un ARGGGG en toda regla, seguro que estás de acuerdo.
¿Has pensado alguna vez a quién se le habrá ocurrido la brillante idea de congelar el agua para crear unos cubitos que mantengan tu bebida más fría? Personalmente, me parece una idea brillante y esa persona se merece una mención (en Wikipedia y aquí en nuestro blog).
Todo empieza por la formación del hielo… Digamos que al principio no había cubiteras de plástico (y menos mal, deberían extinguirse, si utilizas esos hielos podrás aromatizar tus copas con el pescado que guardes en el congelador 😵). Los egipcios creaban casas de hielo para mantener los alimentos, los romanos hacían expediciones a montañas nevadas y transportaban bloques de hielo envuelto en pieles y, ya en el Renacimiento, el hielo se acumulaba en almacenes bajo tierra.
Pero… ¿y cómo llegó al gintonic? La idea inicial sería, más o menos, obra de Frederic Tudor. Este hombre un día pensó que vender bebidas fresquitas en el Caribe iba a ser un buen negocio, así que comenzó a aserrar bloques de hielo de lagos para llevarlos a Martinica. Allí no les moló mucho la idea porque estaban acostumbrados a beber sus «cócteles» a temperatura ambiente, pero el señor Tudor no se rindió y empezó a dar a probar a la gente sus tradicionales bebidas un poco más fresquitas. Con tanta insistencia el hombre acabó convenciendo y 30 años después de comenzar con su negocio ya exportaba a, nada más y nada menos que, 43 países.
Bueno, no hemos llegado al gintonic. Mientras todo esto estaba pasando, en Londres el señor Jacob Perkins comenzó a fabricar hielo artificial y a venderlo a los locales de copas. En apenas unos años el resto de Europa, Asia y Oceanía ya fabricaba hielo industrialmente para enfriar las copas. Así que, en definitiva, diremos que fue un «trabajo en equipo» que, la verdad, agradecemos…
Estamos seguros que volverás, en algún momento muy chungo, a pasar por el mal trago de beber una copa sin hielo (o con hielo hecho en casa, que tampoco mola nada) pero, haz el favor, que no sea culpa tuya. Estírate y compra un Ice Menú para estar bien preparado para estas fiestas pre-navideñas que se vienen.